El Papa: “Hoy se necesita una revolución del amor. Tantos pueblos son despojados, estafados y arrasados por sistemas políticos opresivos, una economía que los obliga a la pobreza y la guerra que mata sus sueños y sus vidas”

El Papa: “Hoy se necesita una revolución del amor. Tantos pueblos son despojados, estafados y arrasados por sistemas políticos opresivos, una economía que los obliga a la pobreza y la guerra que mata sus sueños y sus vidas”

(Ciudad del Vaticano, 13 Jul. 2025). “El Evangelio de este domingo, que hemos escuchado, es una de las más hermosas y sugestivas parábolas narradas por Jesús. Todos conocemos la parábola del buen samaritano. Este relato sigue desafiándonos también hoy, interpela nuestra vida, sacude la tranquilidad de nuestras conciencias adormecidas o distraídas y nos provoca contra el riesgo de una fe acomodada, ordenada en la observancia exterior de la ley, pero incapaz de sentir y actuar con las mismas entrañas compasivas de Dios”, señaló el Papa León XIV en su homilía durante la Santa Misa que celebró esta mañana en la Parroquia Pontificia de San Tomás de Villanueva de Castel Gandolfo.

“El Papa Francisco muchas veces nos ha recordado que Dios es misericordia y compasión, y ha afirmado que Jesús «es la compasión del Padre hacia nosotros». Él es el buen samaritano que vino a nuestro encuentro. Dice san Agustín que «el mismo Señor y Dios nuestro quiso llamarse nuestro prójimo, pues Jesucristo nuestro Señor se simbolizó en el que socorrió al hombre tendido en el camino, herido, semivivo y abandonado por los ladrones». Comprendemos, entonces, por qué la parábola nos desafía también a cada uno de nosotros, por el hecho de que Cristo es manifestación de un Dios compasivo”, indicó el Papa, quien subrayó que “si en lo íntimo de nuestra vida descubrimos que Cristo, como buen samaritano, nos ama y se hace cargo de nosotros, también nosotros somos impulsados a amar del mismo modo y seremos compasivos como Él”, y “sanados y amados por Cristo, nos convertimos también nosotros en signos de su amor y de su compasión en el mundo”.

“Hermanos y hermanas, hoy se necesita esta revolución del amor. Hoy, ese camino que desciende de Jerusalén a Jericó, una ciudad que se encuentra bajo el nivel del mar, es el camino que recorren todos aquellos que se hunden en el mal, en el sufrimiento y en la pobreza; es el camino de tantas personas agobiadas por las dificultades o heridas por las circunstancias de la vida; es el camino de todos aquellos que ‘se derrumban’ hasta perderse y tocar fondo; es el camino de tantos pueblos despojados, estafados y arrasados, víctimas de sistemas políticos opresivos, de una economía que los obliga a la pobreza, de la guerra que mata sus sueños y sus vidas. ¿Y qué hacemos nosotros? ¿Vemos y pasamos de largo, o nos dejamos traspasar el corazón como el samaritano? A veces nos contentamos solamente con hacer nuestro deber o consideramos como nuestro prójimo sólo a quien es de nuestro círculo, a quien piensa como nosotros, a quien tiene la misma nacionalidad o religión”, observó León XIV, destacando que “Jesús invierte la perspectiva presentándonos un samaritano, un extranjero y herético que se hace prójimo de aquel hombre herido”, y “nos pide que hagamos lo mismo”.

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