El Papa a los seminaristas: “En un mundo en el que hay ingratitud y sed de poder, están llamados a dar testimonio de la gratitud y la gratuidad de Cristo”
(Ciudad del Vaticano, 24 Jun. 2025). “Es importante, más aún necesario, desde el tiempo del seminario, apostar mucho por la madurez humana, rechazando todo disfraz e hipocresía. Con la mirada puesta en Jesús, hay que aprender a dar nombre y voz también a la tristeza, al miedo, a la angustia, a la indignación, llevando todo a la relación con Dios. Las crisis, los límites, las fragilidades no deben ocultarse, sino que son ocasiones de gracia y de experiencia pascual”, subrayó el Papa León XIV en la meditación que dirigió esta mañana en la Basílica de San Pedro a los seminaristas con motivo de su Jubileo.
“En un mundo en el que a menudo hay ingratitud y sed de poder, en el que a veces parece prevalecer la lógica del descarte, ustedes están llamados a dar testimonio de la gratitud y la gratuidad de Cristo, del júbilo y la alegría, de la ternura y la misericordia de su Corazón. Practicar el estilo de acogida y cercanía, de servicio generoso y desinteresado, dejando que el Espíritu Santo ‘unja’ su humanidad incluso antes de la ordenación”, les dijo el Papa, resaltando que “el Corazón de Cristo está animado por una inmensa compasión”, pues “es el buen samaritano de la humanidad y nos dice: «Ve y haz tú lo mismo»”.
“Queridos seminaristas, la sabiduría de la Madre Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, busca siempre, a lo largo del tiempo, los medios más adecuados para la formación de los ministros ordenados, según las necesidades de los lugares. En este compromiso, ¿cuál es su tarea? Es la de no rebajar nunca sus exigencias, no conformarse, no ser meros receptores pasivos, sino apasionarse por la vida sacerdotal, viviendo el presente y mirando al futuro con corazón profético. Espero que este encuentro nuestro ayude a cada uno de ustedes a profundizar en el diálogo personal con el Señor, en el que le pidan asimilar cada vez más los sentimientos de Cristo, los sentimientos de su Corazón. Ese Corazón que palpita de amor por ustedes y por toda la humanidad. ¡Buen camino! Los acompaño con mi bendición”, concluyó León XIV.