El Papa a los sacerdotes: “Sean cercanos a su grey y donen su tiempo y sus energías a todos sin hacer diferencias”
(Ciudad del Vaticano, 27 Jun. 2025). “El ministerio sacerdotal es un ministerio de santificación y reconciliación para la unidad del Cuerpo de Cristo”, recordó el Papa León XIV en su homilía durante la Santa Misa con ordenaciones sacerdotales, que presidió esta mañana en la Basílica de San Pedro en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, con ocasión del Jubileo de los Sacerdotes.
“Por eso, el Concilio Vaticano II pide a los presbíteros que hagan todo lo posible por «conducirlos a todos a la unidad de la caridad», armonizando las diferencias para que «nadie se sienta extraño». Y les recomienda que estén unidos al obispo y al presbiterio. En efecto, cuanto mayor sea la unidad entre nosotros, tanto más sabremos llevar también a los demás al redil del Buen Pastor, para vivir como hermanos en la única casa del Padre”, indicó el Papa, quien agregó que “San Agustín, a este propósito, en un sermón pronunciado con ocasión del aniversario de su ordenación, hablaba de un fruto gozoso de comunión que une a los fieles, a los presbíteros y a los obispos, y que tiene su raíz en el sentirse todos rescatados y salvados por la misma gracia y por la misma misericordia”, y “pronunciaba, precisamente en ese contexto, la famosa frase: «Con ustedes soy cristiano y para ustedes, obispo»”.
“En la misa solemne del inicio de mi pontificado, he expresado ante el Pueblo de Dios un gran deseo: «una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado». Hoy vuelvo a compartirlo con todos ustedes: reconciliados, unidos y transformados por el amor que brota abundantemente del Corazón de Cristo, caminemos juntos tras sus huellas, humildes y decididos, firmes en la fe y abiertos a todos en la caridad, llevemos al mundo la paz del Resucitado, con esa libertad que nace de sabernos amados, elegidos y enviados por el Padre”, exhortó León XIV, quien, antes de concluir su homilía, se dirigió a los ordenandos.
“Amen a Dios y a los hermanos, sean generosos, fervorosos en la celebración de los sacramentos, en la oración, especialmente en la adoración, y en el ministerio; sean cercanos a su grey, donen su tiempo y sus energías a todos, sin escatimarse, sin hacer diferencias, como nos enseñan el costado abierto del Crucificado y el ejemplo de los santos. Y a este propósito, recuerden que la Iglesia, en su historia milenaria, ha tenido y tiene todavía hoy figuras maravillosas de santidad sacerdotal. A partir de la comunidad de los orígenes, la Iglesia ha generado y conocido, entre sus sacerdotes, mártires, apóstoles incansables, misioneros y campeones de la caridad. Atesoren tanta riqueza: interésense por sus historias, estudien sus vidas y sus obras, imiten sus virtudes, déjense encender por su celo e invoquen con frecuencia y con insistencia su intercesión. Nuestro mundo propone muchas veces modelos de éxito y prestigio discutibles e inconsistentes. No se dejen embaucar por ellos. Miren más bien el sólido ejemplo y los frutos del apostolado, muchas veces escondido y humilde, de quien en la vida ha servido al Señor y a los hermanos con fe y dedicación, y mantengan su memoria con su fidelidad”, les dijo el Papa.